4 Razones por las que deberías escribir un blog de viajes
1. Para nunca olvidarte de ese #momentoEF (o de ninguna otra cosa que importe)
Personalmente, me aterra olvidarme de las cosas: de lo que he hecho, de los sentimientos que he tenido, de los chistes que he compartido… Básicamente, me da miedo olvidarme de todo aquello que me haya hecho reír en algún momento de mi vida. Cuando me doy cuenta de lo fácil y deprisa que todas estas memorias se desvanecen (para nunca volver a pensar en ellas de nuevo), me colapso emocionalmente. ¿Qué puedo hacer para poner trabas a este proceso inevitable y horrible al mismo tiempo? ¿Un diario? No, demasiado aburrido y desfasado… ¿Bloguear? ¿Algo creativo y tecnológico al mismo tiempo? ¡Sí! ¡Eso es! Empecé mi primer blog cuando tenía 16 años –una relación online muy fructífera que duró casi 6 años-. Gracias a mi costumbre de bloguear todavía puedo volver a aquellos tiempos releyendo/viendo las prendas que llevaba puestas, mis momentos secretos, y algunos momentos un poco locos también (como, por ejemplo, colarme en algunos espectáculos de la Semana de la Moda de Copenhague!).
2. Maten al tanto a tus seres queridos (y las conversaciones al día)
Este punto es a la vez considerado y egoísta: Considerado, porque tu familia y amigos quieren estar al día de tus aventuras y se quedarán pegados a sus pantallas viendo qué es lo que ocurre en tu día a día; egoísta, porque te ahorras el incomodo momento de contestar millones de veces a la mismas preguntas (“Entonces, ¿cómo fue tu viaje / tus cinco meses en Nueva York / el verano?”). Al final, de tanto repetir lo mismo, tus respuestas acaban volviéndose vagas y aburridas: “Oh, estuvo bien. Ya sabes. Mucha diversión, mucha fiesta, conocí a mucha gente nueva…” Un blog actualizará a todo el mundo al mismo tiempo y te asegura de que están al día de lo básico, de manera que te puedes meter en detalles más jugosos cuando te encuentres con la gente cara a cara. En el momento frío de mi blog de viajes allá por 2010, la frase “Léelo en mi blog” fue una de las que más repetí (¡y por la que me hice popular!).
3. Accesible (y seguro)
Empecé siendo de la vieja escuela; es decir, empecé siendo analógica… Recuerdo que me compré uno de esos enormes diarios que te duran 3 años y en los que escribes cada día unas cuantas frases. La verdad es que ¡me encantaba! Después de moverme por el mundo 3 veces, ya no tengo ni idea de dónde está ese preciado diario de viajes. ¿Moraleja de la historia? Los diarios digitales no se pierden, ni envejecen –están siempre disponibles, solo necesitas tener una conexión wifi (siempre y cuando te conectes alguna que otra vez para que no se desactive, claro.)
4. ¡Fomenta tu creatividad! (cuando nada más lo es)
Mi blog era mi recreo virtual; mi reino online que yo gobernada en la manera que me venía en gana. Durante años utilicé mi blog para experimentar con mi creatividad: allí estaban mis muestras de escritura creativa, sobre moda, música… En general, escribía y experimentaba con lo que me llamaba la atención: edición de fotos, o simplemente filosofaba. El blog era una gran parte de mi vida. Pero espera –problema resuelto- ¡ahora puedo escribir en un blog con mi trabajo! ¡Punto para mí!