Viajar te hace una mejor persona, por estas convincentes seis razones
Viajar es emocionante, inspirador y divertido. Tenemos la suerte de vivir en un mundo en el que viajar es más fácil y barato que nunca, y cada vez viaja más gente: se estima que mil 180 millones de personas viajan al extranjero cada año.
Aunque unas vacaciones en la playa pueden ser justo lo que nos ha recomendado el médico, los estudios muestran que el viaje adecuado —inmersivo, algo desafiante y de larga duración— puede literalmente remodelar nuestro cerebro y alterar la forma en la que vemos el mundo. Y viajar te hace una mejor persona.
Aquí tienes el porqué:
Fomenta la empatía
Los seres humanos son empáticos por naturaleza, la capacidad de sentir el sufrimiento de otras personas está profundamente arraigada en nuestros cerebros y es la base de toda relación saludable. Pero, como muchas cosas en la vida, requiere una práctica constante.
Steven Pinker, profesor de psicología en la Universidad de Harvard, ha argumentado que la expansión de los medios de comunicación (incluyendo el periodismo y la ficción asequible) en los últimos dos siglos ha ampliado el «círculo de empatía» porque ha logrado que las vidas distantes sean más accesibles —y más cercanas emocionalmente— de una forma totalmente nueva.
Sin embargo, aunque ahora tenemos acceso casi instantáneo al mundo a través de nuestros teléfonos inteligentes, la sobrecarga de información amenaza con abrumarnos y hacer que estemos demasiado distraídos como para preocuparnos.
Viajar nos obliga a «escapar del aislamiento de nuestra zona de confort», como dijo Nicholas Kristof del New York Times, y a conocer gente y vivir nuevas situaciones en el mundo real, por lo que fortalece nuestra capacidad para sentir empatía por una variedad más amplia de personas y de una manera mucho más significativa.
Y la empatía está relacionada de otra forma con los viajes y al descubrimiento: se ha demostrado que al aprender un nuevo idioma y hacerse bilingüe, en particular a una temprana edad, hace que nuestros cerebros se habitúen a cambiar entre perspectivas y, por lo tanto, aumenta nuestra capacidad para sentir empatía.
Profundiza tu comprensión del mundo
Al viajar, lo poco familiar se vuelve familiar y nos replanteamos las cosas que asumimos como ciertas y los estereotipos que a menudo dan color a nuestra visión del mundo.
En mi caso, vivir en Tanzania y trabajar con niños de la calle me ayudó a entender tanto la cultura de trabajo tanzana (por ejemplo, por qué el consenso es esencial para la toma de decisiones), como la capacidad de recuperación de los niños que se enfrentan diariamente al rechazo y la violencia.
Esa experiencia inmersiva, y a veces incómoda, profundizó mi comprensión de una cultura y una realidad que solo había conocido a distancia y de pasada; en algún artículo que leí distraídamente de camino al trabajo o por alguna historia de algún viaje que escuché de un amigo. Las culturas tanzana y africana me resultan ahora mucho más cercanas.
Al conocer y comprender a otras personas, independientemente de que aceptemos o no todo lo que hacen, acabamos interactuando con el mundo de una manera más amable y menos crítica.
Aumenta el conocimiento de uno mismo
Ser más abiertos con los demás también nos ayuda a ser más abiertos para con nosotros mismos. Un estudio reciente mostró que vivir en el extranjero —y reflexionar sobre nuestros propios valores a medida que nos encontramos con personas y situaciones distintas— hace que seamos más conscientes de nosotros mismos. Aunque en esa investigación se estudiaron personas que vivían en el extranjero, un viaje de larga duración que sea inmersivo culturalmente podría tener los mismos efectos.
Un concepto relacionado, ligado a una mayor consciencia de uno mismo y a una mayor exposición a diferentes perspectivas, es lo que los psicólogos denominan «flexibilidad cognitiva», o la capacidad pasar de una idea a otra. Los viajes hacen que nuestra mente se mantenga «flexible», ya que nos hacen replantearnos la forma en la que hacemos y vemos las cosas, y desarrollan a lo largo del proceso la destreza más valiosa de todas: la creatividad.
Aumenta la creatividad
En una era de automatización y en un mundo laboral que se transformará más allá de lo reconocible en las próximas décadas, la creatividad será el factor distintivo de aquellos que siguen evolucionando. También será esencial para resolver problemas globales complejos y para lograr una innovación constante en los negocios y la ciencia.
Varios estudios llevados a cabo por Adam Galinsky, profesor de la Universidad de Columbia, han demostrado que los ejecutivos que han vivido en varios países extranjeros y, por lo tanto, han estados expuestos a otras culturas y otros idiomas, son más creativos y audaces al abordar su trabajo.
Otros estudios realizados en los Países Bajos y en Singapur han mostrado que las personas que viajan tienen más facilidad para resolver los problemas de forma poco convencional. Es más, un estudio del 2012 realizado en Israel mostró que las personas que tienen una mentalidad más cerrada con respecto a otras culturas tenían peores resultados en los test de creatividad que aquellas personas que tenían una mentalidad más abierta y tolerante.
Aumenta la confianza
Si bien parece que la época actual está definida por las opiniones encontradas y la falta de tolerancia, también lo está por una cierta falta de confianza. Mientras que los países nórdicos, incluida Finlandia, siguen contando con altos niveles de confianza en las instituciones políticas y en otras personas, incluidos los inmigrantes, en muchos otros lugares del mundo, como, por ejemplo, Estados Unidos, la confianza en los demás ha ido disminuyendo a lo largo de los años. Dado que la confianza está estrechamente relacionada con la felicidad — Finlandia ocupó la primera posición en el World Happiness Index del 2018, mientras que Estados Unidos ocupó la posición 18— está claro que merece la pena invertir en confianza.
Como los viajes nos obligan a enfrentarnos a situaciones difíciles e incómodas en todo momento —situaciones en las que tenemos que involucrarnos activamente y confiar en extraños, algunos de culturas muy diferentes—, hacen que desarrollemos nuestra confianza, o lo que Galinsky ha denominado una «fe general en la humanidad». Todos los estudios, realizados tanto en Estados Unidos como en China, han demostrado que este es el caso.
Hacen que seamos más estables
Hay una razón más para apreciar los viajes.
Los viajes están repletos de momentos que hacen que seamos más estables mental y emocionalmente. Llegar a un nuevo aeropuerto y ser incapaz de entender las señales, así como pasar dificultades para tratar de salir adelante puede ser angustioso, al igual de tratar de hacerse entender con unos conocimientos lingüísticos (todavía básicos) con un taxista parisino que no te comprende cuando dices «Champs-Elysées». Pero eso mismo nos obliga a aceptar ese desasosiego y a superarlo.
Viajar es importante porque nos hace ver la humanidad de los demás, además de la mejor versión de nosotros mismos.